martes, 15 de abril de 2008

Frankfurt. Viaje a Madrid y a Chile. 30 de Enero 2008.

Esta vez aterrizamos sin espera y el aterrizaje fue perfecto. Ya conociamos el aeropuerto así que no tuvimos los problemas de la primera vez. Llegamos a las 6 de la mañana. Nos despedimos de algunos compañeros y profesores que se iban para otros lugares, y luego dejamos nuestros bolsos de mano en una custodia.

El avión salía de noche, como a las 8, así que ibamos a pasar el día en la ciudad. Teniamos que esperar por lo menos hasta las 9, para tomar un tren al centro de Frankfurt. Por mientras recorrimos el aeropuerto. Primero fuimos a comprar Euros en una máquina para tarjetas. Mi tarjeta no funcionó así que el Carlos me compró. Luego estuvimos dando vueltas en el aeropuerto. Habían tiendas de ropa de lujo en que todo era super caro: camisas de 80-120 lucas, zapatos de 300 lucas, etcétera. Los artículos electrónicos también eran caros.

Más tarde estuvimos esperando en un McDonalds. Donde hablamos con una empleada chilena, que nos contó algunas cosas sobre la ciudad y sobre Alemania. Despues estuvimos en un salón grande para comer, donde podiamos ver el aterrizaje de los aviones. Llegaba un avión cada 1 minuto y medio a nuestro terminal. Cuando un avión aterrizaba, ya se veía el siguiente llegando.

Luego tomamos el tren a Frankfurt, que nos dejó en una plaza en el centro. Nos recomendaron no burlarnos de los alemanes, como lo haciamos con los chinos, ya que algunos podrían entender español. Caminamos un rato con el grupo y luego nos separamos. Lo primero que nos llamó la atención fue una tienda china. Las calles estaban vacías, seguramente por la hora y el frío, aunque no era tan frío como Beijing. Primero recorrimos el barrio antiguo, que había sido destruido durante la segunda guerra mundial, y luego reconstruido tal como era antes. Había gran cantidad de plazas e iglesias bacanes.




Después caminamos al barrio financiero, lleno de rascacielos nuevos y bacanes. Las calles estaban llenas de Mercedes, Bmw, Porsche y Peugeot, hartos autos smart también. Los taxis eran Mercedes. Habían unos trenes que cruzaban la ciudad, y a diferencia de los trenes chilenos, se detenían con la luz roja.



Llegamos a un parque, donde nos fotografiamos debajo del edificio del Banco Central Europeo. Luego buscamos un lugar para comer. Nos metimos a un restoran de desayuno en un edificio, donde nos comimos unos sandwich alemanes, tipo baguette, con cerdo, lechuga, quesillo, etcétera. también me tome una cerveza. En ese momento notamos que el restoran estaba lleno de alemanes vestidos elegantemente para ir a trabajar, mientras nosotros estabamos con la misma ropa de varios días, con la que dormimos, barbones y despeinados, y tomando cerveza a las 9 de la mañana.


Después seguimos dando vueltas por el parque y fotografiandonos en los edificios cercanos. Hasta que nos habló un alemán preguntando si eramos turistas, de dónde eramos, y luego nos recomendó subir a la Maintower, uno de los lugares turísticos de Frankfurt.

Cuando ibamos llegando nos encontramos con el resto del grupo. Pagamos tarifa de estudiante, alrededor de 3 lucas y luego había que pasar por un detector de metales. De ahí teniamos que subir en un ascensor a 100 Km/h hasta el piso 55, a 200 metros de alturo, y luego a pie a la azotea del edificio. Ahi tenían un mirador con varias imágenes del skyline de Frankfurt con los edificios rotulados, así como lentes para mirar desde lejos.





Cuando nos ibamos, traté de salir pero la puerta giratoria no se abría (las puertas en Beijing erabn automáticas pero éstas había que empujarlas para que giraran), así que apreté un botón que hizo que el mecanismo se detuviera (era el botón por si alguien quedaba atrapado en la puerta). Tuvo que venir una alemana a abrirme.

Nuevamente nos separamos, y decidimos ir al río que vimos desde la altura. Cruzamos el puente y nos fotografiamos con el skyline. Al otro lado del río nos encontramos con unos patos, típicos de los cuadros o patos de madera que hay en algunas casas.






Luego volvimos a cruzar el río y llegamos al barrio antiguo nuevamente. Pasamos a una tienda a comprar kuchenes alemanes, y luego fuimos a tomar cerveza. No sabiamos que comprar así que nos demoramos harto en decidir. Finalmente pedimos unas weas, y el alemán que atendía nos empezó a preparar una salchicha. Nosotros le deciamos que no, que queriamos cerveza, y nos mostró otra lista con las cervezas. Nuevamente no sabiamos que elegir. Al final pedimos la más cara. La cerveza era exquisita. Mientras tomabamos cachamos a varios alemanes comiendo salchichas y nos dio ganas de comer también, pero en otro local.

Luego pasamos a una tienda de recuerdos, donde atendía un alemán malhumorado. Cuando le dijimos que eramos chilenos se puso feliz y decía: "chilenos! ohhhh! yo pensar ser españoles!" y ya no estuvo más enojado. Seguramente odiaba a los españoles y creyó que eramos españoles por nuestro idioma. Luego leí las etiquetas de nuestros recuerdos alemanes y estaban todos hechos en China.

Después fuimos a un paseo peatonal. A esa hora las calles ya estaban llenas. Pasamos a una tienda a comer salchichas, y nos dieron un completo con una salchicha café, ketchup y mostaza, y arriba unas frituras. Era bueno y barato. La mina que atendía igual era super rica, igual a Kirsten Dunst.

Pasamos por varias tiendas de deportes, donde vendían zapatillas super caras, desde 60 lucas en adelante, y todas estaban hechas en China o Vietnam. Además, las tiendas estaban a cargo de puros negros con ropa deportiva.

Seguimos dando vuelta y nos encontramos con algunos chinos turisteando. Luego entramos a una tienda tipo Falabella pero alemana. Era gigante, de como 6 pisos, pero como todo en Alemania, era cara. De ahí estuvimos esperando en la plaza a la que llegamos hasta reunir todo el grupo y volvimos al aeropuerto.

Tomamos el avión a Chile: LAN. Por fin estabamos con gente que hablaba español y nos dieron diarios chilenos. El viaje a Madrid era un poco más de 3 horas, así que quería mantenerme despierto para acumular sueño para el viaje largo, sin embargo, apenas me subí al avión me dormí.

Llegamos a Madrid y todavía estaba medio dormido. La llegada no fue tan brígida como el viaje de ida, nadie nos revisó ni nada. El aeropuerto de Barajas era super extraño, parecía estar siempre vacío. Fuimos al baño y luego nos tomamos unas bebidas con Lavín.

En el viaje de vuelta a Santiago, nuevamente me dormí sin necesitar gran cantidad de alcohol, y dormí produndamente todo el viaje hasta Santiago. Al otro día comentaban que el viaje fue super penca, lleno de turbulencia, que algunas viejas lloraban e incluso un idiota quería bajarse del avión, pero yo no sentí nada. Sólo pensaba en llegar a Chile, a mi casa y comerme un buen bistec.

No hay comentarios: