Nos depertamos temprano para viajar a Halong Bay. Este lugar es Patrimonio de la UNESCO. Está formado por más de 1000 islas famosas por sus acantilados y cuevas, además es un mar sin olas, debido a tal cantidad de islas. Es uno de los destinos turísticos más importantes de Vietnam.
El viaje en bus duró alrededor de 2 o 3 horas. Dormí la mayoría del tiempo. A mitad de camino pasamos por una fábrica de estatuas de cerámica, seda y otros productios vietnamitas. Pasamos más que nada para ir al baño, ya que los precios eran muy caros (para turistas gringos).
Luego pasamos por gran cantidad de arrozales. Vietnamitas vestidos con sus gorros tradicionales los trabajaban. Me llamó la atención que había gran cantidad de cementerios en el camino, metidos incluso dentro de los arrozales. También vi gran cantidad de industrias, sobre todo de productos electrónicos. Luego me volví a quedar dormido, y de vez en cuando despertaba y veía algunos poblados en la carretera. Como siempre, cada vez que tenía que viajar me tomaba un relajante muscular para descanzar mejor.
Cuando llegamos fuimos directo al hotel. Bastante más bacan que el último que estuvimos. Tenía un elegante hall de entrada donde tocaban música en vivo, piscina, y grandes habitaciones con vista al mar. Para este viaje sólo trajimos lo necesario para una noche, así que sólo llevabamos mochilas.
Después volvimos al bus y llegamos a unos muelles donde tomamos un barco que nos llevaría a un tour por la bahía. El viaje duraba alrededor de 5 horas. Para empezar nos sirvieron comida. Consistía en una serie de platos para degustar, todos productos del mar. Antes de comer me tome unos cuantos antihistamínicos, para que no me volviera a pasar lo de Beijing (había comido camarón, calamar y caballo de mar, entre otras cosas).
Comimos gran variedad de platos: camarones, unas jaibas extrañas con caparazón con camuflaje, calamares y cebollas fritas, papas fritas, y volvimos al clásico pescado tóxico, con cabeza, ojos y cola, tal como lo preparaban en China (Claudio volvería a comerse los ojos durante este viaje). Toda la comida fue muy buena exceptuando por el pescado. Acompañamos con cerveza Tigre.
Luego descanzamos y salimos al exterior a observar el maravilloso paisaje. A veces se acercaban algunos pescadores en sus lanchas a ofercernos plátanos y otras frutas. Estos pescadores vivían en casas flotantes en la bahía.
Luego descanzamos y salimos al exterior a observar el maravilloso paisaje. A veces se acercaban algunos pescadores en sus lanchas a ofercernos plátanos y otras frutas. Estos pescadores vivían en casas flotantes en la bahía.
Ya estaba medio chato de andar en barco, cuando cambiamos de dirección y nos bajamos en una isla, famosa por su gran Caverna. Subimos por la ladera de un acantilado y entramos en la caverna. Por dentro estaba iluminado con luces de todos los colores, lo que creaba un gran efecto. Como basureros habían pingüinos de metal. Nos fotografiamos con ellos al recordar a nuestro amigo Pingüino.
La caverna era enorme y nos demoramos bastante en salir. Afuera se veía un gran paisaje, y más arriba se encontraba otra caverna, sin iluminación y poblada de murcielagos. Tuve la intención de subir pero la escalera era muy parada. Avance unos metros y me devolví.
La caverna era enorme y nos demoramos bastante en salir. Afuera se veía un gran paisaje, y más arriba se encontraba otra caverna, sin iluminación y poblada de murcielagos. Tuve la intención de subir pero la escalera era muy parada. Avance unos metros y me devolví.
De vuelta en el barco algunos compañeros compraron unos whiskys para emborracharse camino al hotel. Yo me dormí una siesta.
Cuando llegamos ya estaba oscureciendo, pasamos al hotel a cambiarnos de ropa y luego fuimos a comprar alcohol. Luego de caminar un rato encontramos un local donde compramos vodka y tónica, y hielo (costo hacerle entender al vietnamita que queriamos hielo).
Más tarde nos reunimos en el hall del hotel donde escuchamos la música en vivo, y luego caminamos rumbo al restorán Hong Kong, cercano al hotel, para cenar. Gonzalo Guzmán estaba ebrio y se burlaba de los vietnamitas, a la vez jugaba con la comida y hacía estupideces, como comerse las jaibas con caparazón.
Me devolví antes con el Carlos que quería usar el computador. En ese momento sentí caleta de sueño y subí a la pieza para que se me pasara. Una vez arriba me tomé unos copetes y me recosté a descanzar.
No podría despertar más durante la noche. Aun cuando tenía un copete en mi velador, el sueño fue más fuerte.
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