No hubo problemas en el aeropuerto, y tomamos el vuelo Cathay Pacific a Hong Kong. El viaje demoró 3 horas y media, y por primera vez me tocó sentarme en la ventana y además al lado de un chino medio maricón, que se puso a jugar con su PDA y luego se quedó dormido, así que no me dio muchos problemas. Comí, puse música de Jazz y me quedé dormido.
Desperte llegando a Hong Kong. Podía ver el mar lleno de barcos cargueros y otros, y luego aterrizamos en el aeropuerto de Hong Kong, uno de los más modernos del mundo, y que está construido sobre una isla artificial.
Esta vez encontré inmediatamente mi maleta, al contrario de lo que me había ocurrido en Beijing. Sin embargo, la maleta del Carlos nunca llegó. Fue a reclamar junto con Enrique y Yun-tso Lee y luego nos fuimos porque teniamos poco tiempo.
Previamente a recibir nuestras maletas, el Carlos caminaba con la chaqueta colgando de la cabeza y con un gorro puesto, pareciendo un árabe ocultando su rostro. Debido a eso llegó una guardia china enojada y de un palmetazo le arrancó la chaqueta, y mientras le echaba la foca apuntaba a una cámara, de la cual supuestamente el Carlos trataría de ocultarse. Esta situación luego haría reflexionar al Carlos y hacerlo creer que por eso los chinos retuvieron su maleta para revisarla.
Tomamos un tren para trasladarnos a la salida y antes pasamos a almorzar y ver algunas tiendas en el aeropuerto de Hong Kong. Yo quería comprar una batería para mi cámara, que estaba super barata en el aeropuerto. No la compré y luego me arrepentiría ya que nunca más la vi al mismo precio. Almorzamos una comida tipo occidental, que consistía en carne con arroz, una carne media extraña pero de buen sabor. Para beber nos dieron agua y bebida.
Antes de tomar el bus al centro de Hong Kong, notamos que era ilegal fumar en la ciudad, en cualquier lado, exceptuando lugares en que explícitamente se permitía. Un letrero advertía que la multa era alrededor de 300 lucas chilenas.
El camino a Hong Kong era una gran autopista, llena de rascacielos a los lados, cargueros llegando a la ciudad, y puentes colgantes de gran altitud. Cómo en el Reino Unido, en su ex-colonia Hong Kong se maneja por la izquierda.
Luego pasamos por algunos túneles que unían las islas de Hong Kong, primero en bajado todo el rato y luego en subida, para pasar por debajo del mar. Pasamos junto al puerto de Hong Kong, uno de los más grandes de Asia, y también uno de los principales negocios de la ciudad, además del financiero Cada vez habían edificios más grandes y bonitos, y se llenaba de autos de lujo. El barrio financiero estaba lleno de mercedes slk, bmw serie 5 y 7, lexus, también ocupaban harto unas especies de van deportiva marca mercedes-benz.
Ibamos camino al mirador del cerro Victoria, pero por la gran cantidad de tráfico, decidimos bajarnos y subir a pie. Los cerros de Hong Kong contaban con un sistema de escaleras mecánicas para hacer más fácil la escalada, y pasarelas por todos lados. De todas maneras subir el cerro fue un buen ejercicio. Luego llegamos a un punto en que no pudimos seguir avanzando por que el camino estaba clausurado, algo que no sabía la inepta de la guía. Nos quedamos descanzando en un parque, donde habían niños chinos y occidentales jugando fútbol bajo las órdenes de un entrenador. Lavín trató de dominar un balón pero no tenía mucha habilidad.
Luego, bajamos y en el camino pasamos a comprar bebidas. Al llegar al punto de partida, donde iba a pasar el bus, algunas compañeras se perdieron y tuvimos que esperarlas harto rato. Fueron encontradas en una tienda mirando por lo que recibieron una foca de Arellano, por haber abandonado la delegación.
Tomamos el bus y volvimos a una de las primeras islas. En el camino pasamos junto a la ópera de Hong Kong y por un puerto donde llegaban cruceros. El lugar donde fuimos estaba lleno de marcas lujosas como Luis Vuitton, que a diferencia de Chile estaba lleno de viejas haciendo cola para comprar carteras. Queriamos ir a un buen lugar donde comprar productos electrónicos, ya que Hong Kong es famoso por ser barato, la ciudad entera es duty free. Por segunda vez la guía se equivocó y nos llevó a un lugar donde todo era caro, más que en el aeropuerto, excepto por los iPOD. Le echamos la foca y le exigimos que nos llevara a otro lugar. A la salida de ese mall, nos encontramos con una marcha de Hare Krishna. El grupo se dividió en dos: los que querían comprar, y los que querían quedarse explorando la calle top.
Yo me fui con el grupo de los compradores, ya que quería comprarme un iPOD o una cámara digital. El chofer del bus al igual que la guía era un idiota, y dimos varias vueltas en círculos hasta finalmente llegar al barrio que buscabamos. El lugar estaba lleno de autos "rápido y furioso", incluyendo Mitsubishi Evo de edición limitada, Nissan Skyline y otros, habían numerosas tiendas de accesorios y repuestos para autos, de sonido, electrónica, y de armamento, exhibiendo ametralladoras en las vitrinas y otras armas poderosas.
Nos bajamos a recorrer las calles tipo paseo peatonal. Nos dividimos y me fui en el grupo con la guía y un gordo con audífonos que llegó para llevarnos donde pensabamos comprar. Finalmente entramos en una tienda: las cámaras no estaban más baratas que en Chile, así que opté por un iPOD classic 80GB. Consumista Pinto se compró iPOD touch iPOD classic y 2 cámaras digitales. Arellano consiguió comprar un chip de desbloqueo de iPHONE y Claudio se compró un set de parlantes para auto.
Cuando llegamos al bus, el chofer aparentemente había ido a cagar, ya que dijo que iba al baño y volvió como media hora después. Mientras tanto nosotros lo esperabamos enojados. Llegamos tarde a reunirnos con los demás, en el mismo sitio donde los dejamos, y de ahi partimos rumbo a la ciudad de Dongguan.
En el camino miramos por la ventana a un chino cabrón en Rolls Royce, que cerró las cortinas de su auto para que no lo miraramos. Todos dormían en el viaje hasta que llegamos a la aduana entre China y Hong Kong. ya que Hong Kong tiene una administración autónoma dentro de China, prácticamente es como ir a otro país o ciudad-estado.
La aduana estaba llena de chinos enojones, serios y armados, que nos hicieron formarnos en una cola especial para turistas. Los chinos se formaban en otra fila, donde pusieron a Yun-tso Lee y a Valentina Sapag, una compañera con cara de china. Se demoraron caleta en tramitarme porque no sabían como poner la "Ñ" de mi apellido.
Finalmente todos pasamos y fuimos al baño antes de seguir camino a Dongguan. La guía fue despedida por inepta. Los chinos habían revisado el bus y nos quitaron nuestra comida y agua.
El viaje continuó tranquilo, ahora manejando por la derecha, como es normal. Todos dormían y luego de una hora y media llegamos al hotel, el más bacan en que estuvimos.
Luego de bajar las maletas del bus, cachamos que las piezas no iban a alcanzar para todos, así que los últimos en inscribirse tenían que dormir de a tres. Nos asignaron una pieza a mi, Carlos y Gonzalo Meza. Cuando subimos a la pieza nos dimos cuenta que sólo había una cama matrimonial y una cama chica al lado, así que un par iba a tener que dormir juntos como maricones. Fuimos a alegar y finalmente arreglaron nuestra situación. Sólo yo y el Carlos dormiriamos en la pieza, así que rápidamente me apropie de la cama matrimonial.
Durante la confusión se perdió un polerón, tipo polar, así debía ser de algún profesor. Probablemente era de Yun-tso Lee que había estado alegando en la recepción, pero decía que no era de él, ni tampoco de Gonzalo Müller. Yo aconsejaba al Carlos dejarselo para él, ya que era de su talla, pero insistía en devolverlo. Al final nadie lo recibió así que el Carlos se lo dejó.
La pieza del hotel era gigante, con un living y oficina, 2 baños, uno chico que estaba en la entrada, y que destinamos sólo para defecar, y el baño de la pieza, con ducha, tina con ventana para ver TV mientras nos bañabamos, 2 pantallas de plasma, acceso a internet, y otras cosas. Me comí varias unas galletas, papas fritas y unas bebidas del mini bar, y de ahí bajamos a ver si podíamos alcoholizarnos esa noche, ya que el Carlos estaba furioso por haber perdido su maleta, y porque Yun-tso Lee no llamaba nunca al aeropuerto para saber si la habían recuperado, así que quería apaciguar su enojo con alcohol, lo que definitivamente no pudimos hacer. Nos dimos unas vueltas por el exterior del hotel, que estaba en una zona tipo "ciudad empresarial". Luego volvimos a la pieza y nos dormimos.
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